En su recorrido atraviesa diversas aldeas, y afluentes como el Sacluk, San Juan, Tamariz, Chocop, Candelaria, Agua Fría, Perú, Pie de Gallo, Agua Dulce, Icotea y Escondido que hacen que su caudal aumente y su cauce alcance hasta los 375 metros de anchura.
En Guatemala tiene una longitud de unos 85 kilómetros antes de adentrarse en México.
Varios cientos de kilómetros después se une al río Usumacinta, el cual desemboca en el golfo de México, en el mar Caribe. La aldea El Naranjo –una de las más grandes– es donde se centra gran parte del comercio que se beneficia de él. Fue nombrado en honor a San Pedro Apóstol, cuya fiesta patronal se celebra en junio.
Sus aguas no solo ayudan a los pobladores a aliviarse del intenso calor, sino que proveen alimento suficiente, además de constituirse en una atracción turística para propios y extraños.
Debido a que es una corriente muy caudalosa, no hay una estructura permanente que permita cruzarlo, por lo que las cerca de 5 mil personas que moran en sus orillas se las ingenian de varias maneras para atravesarlo.
Para ello utilizan desde sencillas balsas construidas artesanalmente hasta un ferry (transbordador), que se encarga de llevar ganado, carros y mercancías.
También lo utilizan turistas que navegan en sus aguas para visitar los centros arqueológicos El Perú, La Joyanca y El Naranjo.
